Procedente de Medellín, la famosa “Ciudad de la eterna primavera”, la modelo colombiana Andrea Ledesma relata en Modelos Latinas pros y contras que ha debido enfrentar a lo largo de sus 23 años de edad, en los cuales se ha cultivado como actriz, modelo, bailarina y maquilladora.
Su rutina diaria no llega a ser común. Marca la diferencia. Acude a clases de arte dramático en la Universidad de Antioquia, dedica tiempo al baile de tap, danza contemporánea y cualquier movimiento que pida su cuerpo. También, explora nuevas creaciones de maquillaje.
Andrea Del Valle, como toda joven emprendedora e inquieta por descubrir otros horizontes, tiene días sumamente dinámicos: grabaciones, sesiones fotográficas, ensayos o funciones. El éxito toca su puerta. Asegura: ‘Los trabajos en la mayoría de los casos salen sin ser planificados, previamente’.
La talentosa colombiana se mantiene en constante búsqueda de conocimientos, no deja de nutrirse sobre el universo de las artes. Ahora mismo desconoce el ámbito de la arquitectura, geometría y pintura. Por tal motivo, comenzó a indagar.
Cuando se siente absorbida por la cotidianidad, simplemente, se refugia en las afueras de la ciudad. De esta forma, logra reencontrarse con lo que denomina su “yo esencial”.
Proyecto de vida
Ante todo, Andrea planifica culminar estudios universitarios. También, aspira concluir una obra de teatro que comenzó a crear en Argentina, continuar proceso de aprendizaje en maquillaje, dibujo, pintura, el movimiento y la dramaturgia.
Talento innato
Desde muy temprana edad estuvo motivada por sus padres a participar en grupos de baile y teatro. Durante su vida ha estado ejerciendo y cultivando danza contemporánea y jazz.
Como parte de ese descubrimiento vocacional, en el colegio empezó a estudiar actuación para cine.
Recuerda que al asistir a la academia “Resplandor Films” sintió pasión y curiosidad por saber más acerca de la pantalla grande, arte y actuación. Igualmente, aprendió a creer en sí, ‘cosa que se les agradece’.
Con el gusanillo artístico en sus venas, tomó la decisión de estudiar arte dramático profesionalmente, impulsada por comprender la base de donde nació la actuación. En su caso, el teatro. Además, no deseaba abandonar su ciudad natal sin entender lo hermoso y complejo del lugar.
Impulso familiar incalculable
A pesar que su familia siempre fue su mayor apoyo, costó asimilar querer transformarse en artista. No consideraban la actuación una carrera.
No obstante, logró respaldo del núcleo familiar en todas las decisiones que tomó. Anhelaban ver su rostro feliz.
Curiosamente tímida
Aunque derrocha talento y trabaja en honor al mundo del entretenimiento, se considera una persona tímida a la hora de hacer amistades.
En los grupos de actuación y danza que ha participado encontró seres maravillosos, quienes permiten ese dar y recibir amor, crear vínculos como amistad.
Emocionada, cuenta: ‘Trabajé junto Carolina Guerra, coterránea, y me sentí sorprendida e inspirada por su entrega en el trabajo, gran humanidad’.
Desde niña se imaginó siendo actriz, cantante, bailarina y modelo, quería ser todo, pero le dijeron que “todo” no lo podía hacer.
A su juicio, esos límites son solo rejas mentales, cree en la filosofía del rizoma y la multiplicidad. Sin embargo, asevera ser consciente de la necesidad de enfocarse en una sola cosa, para poder realizarla bien. Por esto, dedica periodos de tiempo a una en particular hasta lograrla, sin abandonar otros planes.
Cautivada por naturaleza y cotidianidad de Medellín, le resulta maravilloso ver cómo se mueve la gente por la ciudad, a la vez que vive enamorada del ambiente e inesperados cambios.
“Un obstáculo en mi vida sería dejar de creer en mis sueños”
Tras confirmar que vivió algunos meses sola en Argentina, zanja: ‘cuando la persona cree en ella misma, tiene disciplina, entrega y mucho valor no deja que los fracasos maten sus sueños, esa persona puede lograr lo que desee’.